Una serie televisiva más, de gran éxito en los 60, se convierte en película trepidante. Brian De Palma, que ya adaptó con magníficos resultados Los intocables de Elliot Ness, aparece colocado al frente de un proyecto que ha tenido un impulsor principal: Tom Cruise, protagonista absoluto, que ejerce además de productor.
El equipo de Misión imposible utiliza un disquete con una lista de espías de la CIA como cebo para atrapar a un agente doble. Pero los cazadores se convierten en cazados. El hecho de ser el único superviviente convierte a Ethan Hunt (Tom Cruise) en un traidor a los ojos de la CIA.
Un grupo de prestigiosos guionistas ha creado una trama con unos cuantos puntos a su favor: huida de la excesiva complejidad típica de los films de espionaje, sin dejar de lado una cuidada elaboración; hacer olvidar que la guerra fría ya acabó; dibujar un estilo de vida, el de los agentes secretos, como si discurriera en otra dimensión, que el resto de los mortales es incapaz de advertir. Falta, en cambio, un mejor retrato de los personajes concretos, sobre todo de los interpretados por Emmanuelle Béart y Jean Reno.
La película es un buen ejemplo de cine de acción hecho por un gran estudio con abundantes medios. Botón de muestra de los cuidados efectos especiales es la espectacular persecución de un helicóptero a un tren de alta velocidad en un túnel. Pero la secuencia en la que Brian De Palma da lo mejor de sí como director acontece durante el asalto al cuartel general de la CIA; con menos fuegos de artificio ofrece genuino suspense, muy clásico, que funciona gracias a un habilidoso montaje -de imagen y sonido- y a un decorado y una fotografía muy bien aprovechados. La vieja música de la serie, puesta al día por Danny Elfman, especialista en crear sonidos inquietantes, ayuda mucho a la narración.