Rafa (Dani Rovira) es un pijo sevillano que se enamora de Amaia (Clara Lago), una vasca de armas tomar. Decidido a conquistarla, se traslada al pueblo guipuzcoano de la chica. Una vez allí, y de acuerdo con ella –que acaba de romper con su novio–, Rafa se hace pasar por un vasco independentista ante Koldo (Karra Elejalde), el padre de Amaia, un pescador tosco y euskaldún.
En esta comedia disparatada y políticamente incorrecta, Emilio Martínez Lázaro (El otro lado de la cama) reúne todos los tópicos sobre las antagónicas idiosincrasias andaluza y vasca. En este sentido, se nota para bien que el guion ha sido escrito por los guipuzcoanos Borja Cobeaga y Diego San José, fogueados en la divertida serie Vaya semanita –de ETB2– y coguionistas de las bufonadas Pagafantas y No controles. Además, ha contado también con la inestimable colaboración de los cómicos sevillanos Alberto López y Alfonso Sánchez, responsables de la delirante El mundo es nuestro.
En su ágil y funcional puesta en escena, Martínez Lázaro se pone al servicio del guion y los actores, y lleva el filme a buen puerto, burlándose con ironía de unos y otros. Todo el reparto responde con acierto a su desafío, especialmente el monologuista malagueño Dani Rovira, que debuta en el cine con buen pie. Sobran un par de escenas obscenas, y acaban irritando las insistentes palabrotas e irreverencias. Y quizás a alguno le moleste la ligereza con que se trata el terrorismo etarra y el nacionalismo abertzale. Pero, desde luego, Ocho apellidos vascos resulta una comedia divertida, con personajes entrañables, que responde con humor a la violencia, demagogia y crispación de los radicales.
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