Por fin ha comprendido Spielberg que lo mejor que podía hacer con la saga Jurassic Park era retirarse a funciones de productor y encargar la dirección a uno de sus discípulos. Así lo ha hecho en esta tercera entrega, donde toma las riendas Joe Johnston, realizador de los estimables films familiares Cariño, he encogido a los niños y Jumanji, y del sobresaliente drama Cielo de octubre.
Los guionistas han rescatado de la primera parte al Dr. Alan Grant. Engañado por un matrimonio -supuestamente millonario y feliz, y en realidad, pobre y roto desde hace años-, el prestigioso paleontólogo acaba de nuevo en la clausurada isla costarricense de Nublar, donde hace ocho años cogió su actual fobia hacia los velocirraptores. Él, un joven colaborador suyo y tres supuestos ex guerrilleros deben encontrar al hijo del matrimonio y al padrastro del chaval, que llevan seis meses perdidos en la isla.
Un tono familiar, cómplice y autoparódico, los espectaculares efectos visuales y sonoros de la Industrial Light and Magic, la vibrante realización de Joe Johnston y sobre todo el excelente reparto -el mejor de la saga- hacen olvidar los tópicos y las trampas del guión, y permiten disfrutar esta nueva aventura, más redonda y variada que las anteriores, también porque los peligros vienen por tierra, mar y aire.