Con 15 años, Liz quiere llegar a lo más alto en el esquí. Un excampeón será su entrenador implacable hasta que llegué a desarrollar todo su talento. La directora primeriza Charlène Favier tuvo una grandísima recepción con esta película en el Festival de Cannes de 2020. La planificación y guion en la primera media hora es modélica, con escenas fascinantes de descenso de la esquiadora y una atmósfera muy turbia pero sutil entre los dos protagonistas. Se transmite esa soledad del deportista de élite que vive para la competición y termina sufriendo las consecuencias de una existencia inhumana. Los dos actores protagonistas reflejan una comunicación tóxica perfectamente construida.
La película cae en picado cuando empieza a detallar ese camino de perdición en el que se olvida la sugerencia y se acomoda el morbo de una menor en situaciones muy denigrantes. El recorrido dramático se rompe ante la incoherencia de algunas reacciones y lo extremo de una historia en la que se pierde la autenticidad y la sensibilidad.
