Esta película cuenta el más ambicioso de los quince intentos de asesinato que sufrió Hitler, algunos recreados en películas como Rommel, el Zorro del Desierto (1951) o La noche de los generales (1967). La acción de Valkiria comienza en 1943, en el norte de África. Allí está destinado el coronel Claus von Stauffenberg, un militar aristócrata, patriota y católico, que ya por entonces consideraba a Adolf Hitler un cáncer para Alemania y un asesino loco. Vuelto a Alemania, Von Stauffenberg comienza a organizar una conspiración para asesinar al Führer y poner en marcha la secreta Operación Valkiria, prevista por el propio Hitler para el caso de su muerte.

Quizá por un excesivo afán de fidelidad a la historia real, el guión de Nathan Alexander y Christopher McQuarrie carece a ratos de la intensidad narrativa, dramática y hasta moral que sí tiene el poderoso arranque. Asimismo se echa en falta un análisis más nítido de las motivaciones profundas -también religiosas y familiares- de los conspiradores, que sólo se apuntan fragmentariamente. Y, en todo caso, en la puesta en escena de Bryan Singer no se encuentra la personalidad y fluidez que mostró en películas como Sospechosos habituales, X-Men o Superman Returns.

En cualquier caso, el argumento tiene mucho interés histórico, dramático y ético. Además, está narrado con claridad y sentido de la intriga, y depara unas cuantas secuencias de gran intensidad emocional. A ello contribuyen también la magnífica ambientación, la partitura de John Ottman y las excelentes interpretaciones de todos los actores, y especialmente de Tom Cruise, que vuelve a demostrar su profesionalidad.

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