En cierto modo, La Pasión de Cristo (2004), del polémico director Mel Gibson, abrió la veda hollywoodiense para volver a tratar el hecho religioso. Las grandes productoras de la Meca del Cine, quizá arrepentidos por haber dado la espalda a la obra cinematográfica –pictórica, cabría decir– de Gibson, vieron un filón monetario muy interesante: The Passion es, hoy, una de las diez películas más taquilleras de todos los tiempos –600 millones de dólares en taquilla– y, al salir en DVD, sólo en Estados Unidos, se vendieron nueve millones de copias. Y, ¿quién no se emociona, aún, viéndola, en torno a Semana Santa, para rememorar –y vivir– los hechos acaecidos hace dos mil años?
Lo intentaron con El Código da Vinci (2006) –un fracaso de crítica y público, como bien recuerda el libro que nos atañe–; y también lo intentó el cine español, con la insulsa Teresa, el cuerpo de Cristo (2007), otro fracaso. En cambio, cuando se ha tratado de obras, en principio, “mínimas”, pero honestas, tanto el público como la crítica han respondido muy positivamente. Honestas en cuanto que miran, no juzgan: ahí están, por ejemplo, El Gran Silencio (2005) –una especie de “retiro cinematográfico”– o la obra maestra De dioses y hombres (2010).
Es así: lo religioso interesa; y quien piense o diga lo contrario, a este libro me remito. Cinema, historia y religión, de Josep Maria Caparrós Lera, catedrático de Historia Contemporánea y Cine (Universidad de Barcelona) y Ferran Blasi i Birbe, teólogo y periodista, a través de 22 reseñas cinematográficas, analizan este hecho religioso a la luz de la evidencia histórica y cultural. No hacen –no han pretendido hacerlo– un estudio exhaustivo del cine religioso a lo largo de la historia, pero eligen una serie de películas con las que hacen ver al lector que, detrás de este género cinematográfico, hay unas personas, unos modos de ver la vida que dan indicios de cómo es la sociedad –la historia– del momento de la película.
Así, como explica Peio Sánchez, profesor de la Facultad de Teología de Cataluña, en el prólogo, desde el “ateísmo beligerante de Alejandro Amenábar, la perspectiva de crítica cultural de la religión de Nanni Moretti, la distancia amable de Emilio Estévez, el agnosticismo inquieto espiritualmente de Philip Gröning, Roland Joffé y Jessica Hausner, el catolicismo distante de Martin Scorsese, o la militancia de Mel Gibson, Juan Manuel Cotelo, Dean Wright, Fernando Muraca o Pablo Moreno”, el tándem Caparrós-Blasi examina con detalle la teología –o ateología buscada– de cada película, sus características cinematográficas y el valor que tienen en la historia del cine.
Un libro muy bien editado por la Editorial Balmes, imprescindible para los amantes del cine; no solo religioso, sino más bien espiritual: es decir, el que habla del hombre.