Humanos

Humanos. Los vínculos familiares en el corazón del cerebro

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2021)

Nº PÁGINAS244 págs.

PRECIO PAPEL15 €

PRECIO DIGITAL7,99 €

GÉNERO

Es un hecho que el homo sapiens sapiens y sus predecesores evolutivos difieren en menos de un 2% de sus genes, lo que contrasta con la distancia abismal en el desarrollo cultural, técnico y social. A lo largo del libro, Natalia López Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular, busca mostrar que el principio vital que permite al ser humano liberarse de su condición animal trasciende lo biológico, pero, a la vez, se manifiesta en el cuerpo y en el cerebro. Tal principio hace que el cuerpo y el cerebro humanos sean personales.

El desarrollo de los organismos vivos está dictado por la sucesión ordenada de mensajes que dictan los genes a lo largo del tiempo, en el espacio del organismo y en interacción con el medio. A estos cuatro niveles de información (genética, espacial, temporal y epigenética), se añade en el ser humano la información relacional, que permite a la persona mirar hacia su interior y abrirse hacia afuera. Tal información relacional no surge del proceso, sino de la libertad del ser humano. Precisamente, la pobreza biológica del cuerpo es el presupuesto para que el hombre pueda liberarse del automatismo de lo biológico, humanizando sus necesidades. Además, la arquitectura del cerebro humano posibilita el desarrollo de dos capacidades propias de la libertad: el autocontrol y la memoria.

Actualmente la ciencia médica sabe que el cuerpo y el cerebro humanos son sexuados. Lo que se discute es si las diferencias entre los dos sexos son innatas o se deben solo al ambiente cultural y si son adaptables a distintos estilos de vida. López Moratalla dedica la mayor parte del libro a ilustrar con datos científicos esa diferencia sexuada, en la que se integran lo biológico y lo cultural.

El estudio de cerebros masculinos y femeninos ha mostrado la diversidad en el trazado general de las conexiones, en la lateralización y distribución de algunas funciones cerebrales y en el mapa mental de las relaciones interpersonales. El corazón del cerebro, como lo llama la autora, o cerebro emocional-cognitivo, es el sustrato biológico de nuestras relaciones personales y de los vínculos que establecemos.

El más básico es el apego filial. Se prepara durante la gestación y se va consolidando durante la infancia. Las experiencias tempranas de interacción del yo con el otro quedan trazadas en el cerebro, de modo que configuran la mente del niño y los aspectos básicos del comportamiento social. Se da una fuerza natural que crea el apego materno y paterno con el hijo, al punto de reprogramar sus cerebros para adaptarse al cuidado.

En definitiva, López Moratalla ilustra con abundantes datos científicos que los vínculos familiares están encarnados en el corazón del cerebro. La vida de cada persona arranca de la dotación natural recibida que define quién es: un hijo concreto, varón o mujer, de un padre y una madre concretos. Esa identidad biológica y familiar se integra inseparablemente con la psíquica y personal, pues los hechos biológicos tienen siempre un sentido humano.

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