Céline Masson y Caroline Eliacheff son psicoanalistas, además de profesora universitaria, la primera, y psiquiatra infantil, la segunda. Tienen una larga experiencia profesional y divulgativa en cuestiones de psicología e infancia, desde una perspectiva progresista y feminista. Por eso es especialmente valiosa la contundente crítica que realizan a lo que llaman “moda trans” a la que acusan, precisamente, y entre otras cosas, de “pseudoprogresista”.
Masson y Eliacheff analizan las consecuencias de las llamadas “leyes trans” en Francia y no tienen empacho en denunciar que, so capa de acabar con la transfobia, la legislación francesa, unida a una serie de circunstancias sociales, está convirtiendo al país en una fábrica de niños transgénero.
Las dos autoras demuestran de forma argumentada cómo el crecimiento exponencial de los casos de disforia de género en adolescentes no tiene que ver, como algunos sostienen, con una salida del armario generalizada que antes se escondía. Masson y Eliacheff muestran cómo la vulnerabilidad de los adolescentes –especialmente las chicas– ante los cambios que experimentan sus cuerpos, unida a una presión de la ideología trans y a una exposición masiva a las redes sociales, sobre todo durante los largos meses de confinamiento, han configurado una tormenta perfecta que ha impactado en miles de jóvenes que, al parecer, descubren de la noche a la mañana que han nacido en un cuerpo equivocado.
En el fondo, señalan, el fenómeno es muy similar a la prevalencia que, hace unos años, tenía la anorexia en este mismo target de edad. La gran diferencia es que, mientras que en los trastornos alimentarios los profesionales sanitarios mantuvieron la cordura, en este caso, hay algunos médicos dispuestos a convertir a sus jóvenes pacientes en conejillos de Indias. El ensayo recoge la lúcida reflexión del jefe de servicio del hospital Johns Hopkins, Paul R. McHugh: “¿En qué se diferencia la creencia de un hombre que se considera una mujer aprisionada en un cuerpo de hombre de las sensaciones de una paciente que padece de anorexia y se cree obesa? Sin embargo, no se trata el trastorno de esta paciente mediante una liposucción. Entonces, ¿por qué amputar los órganos genitales a los pacientes que padecen disforia de género?”. Detrás de lo que las autoras definen como “escándalo sanitario”, no dejan de estar unas leyes que obligan a los profesionales a seguir terapias afirmativas con la amenaza de fuertes multas o incluso pena de cárcel.
El ensayo se centra en la realidad francesa y su legislación trans, muy similar a la que acaba de aprobarse en España. La versión en castellano incluye un prólogo de Nuria Fraga y un epílogo de José Errasti, dos profesionales que llevan años advirtiendo de la distopía que suponen las actuales leyes trans; en sus textos, aportan datos sobre cómo están influyendo en España las leyes autonómicas y cómo puede influir la ley aprobada recientemente.
Un comentario
Excelente análisis de las causas de esa avalancha de cambios de género. En muchos casos, más en las adolescentes, no es disforia de género, sino la ausencia de una adecuada explicación de algunos afectos que ganan fuerza en la adolescencia y que, de por sí, no guardan relación directa con la sexualidad.
Hace falta valentía en los profesionales y no someterles a una presión agresiva para doblegarse a legislaciones sin suficiente aval científico.
José Manuel Mañú Noain