Anagrama. Barcelona (2000). 362 págs. 2.900 ptas.
José Antonio Marina se considera a sí mismo un investigador privado que, desde su taller filosófico, escudriña la realidad. Esta vez ha contado con la colaboración de María de la Válgoma, profesora de Derecho Civil en la Universidad Complutense de Madrid, para buscar el fundamento de la dignidad humana. Este ensayo adopta la forma de una crónica de los avatares por los que ha pasado el ser humano para construir su dignidad, único fundamento para conseguir la justicia o felicidad política.
El ensayo relata así la resistencia contra la esclavitud, la discriminación racial y la arbitrariedad jurídica; las luchas por la democracia, la libertad de conciencia y la igualdad de la mujer; reseña también los grandes progresos, como la invención de las normas, la reivindicación de la fraternidad o los «dos momentos estelares»: la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789, y la Declaración universal de los derechos humanos de 1948.
Marina y De la Válgoma, como hicieron los pensadores ilustrados, han descolgado la dignidad propia del ser humano de cualquier «gancho» trascendental y la han convertido en único asidero. Por no incurrir en un proceso al infinito de «ganchos», optan por un argumento circular en el que sólo la voluntad humana sale como garante de la dignidad. Una vez más, el razonamiento jurídico suplanta al filosófico, lo cual hace que la construcción de la Ciudad feliz pase por la proclamación de una Constitución Universal, que incluya los fundamentos de un código penal internacional y de un código civil común, así como de una ley fiscal básica. Será la Constitución de la Humanidad, por la cual nos constituiremos como miembros de una especie dotada de dignidad, que se realiza mediante la posesión y el reconocimiento recíproco de derechos.
Carlos Goñi Zubieta