La tierra fértil

Paloma Díaz-Mas

GÉNERO

Anagrama. Barcelona (1999). 632 págs. 3.400 ptas.

Muchas novelas históricas recientes caen en la trampa de presentar a un hombre o a una mujer de nuestro tiempo, con sus inquietudes y prejuicios, paseando por la Edad Media y tiñendo todas sus actuaciones con el sentido crítico, el escepticismo y planteamientos más bien propios de la Modernidad. Ninguno de estos anacronismos ideológicos aparece en La tierra fértil, la tercera novela de Paloma Díaz-Mas, profesora de Literatura española y sefardí de la Universidad del País Vasco, autora, entre otras obras, de la novela El sueño de Venecia (ver servicio 18/93). Su profundo conocimiento de la literatura medieval y de las fuentes de la época le permiten penetrar en el significado profundo de los ritos, gestos y actitudes que presidían la vida del hombre medieval y su percepción del mundo.

En el ambiente feudal catalano-aragonés, escenario de la novela, el principal conflicto ha dejado de ser la lucha contra los musulmanes, cuyas posiciones retrocedieron gracias a las campañas de Jaime I. Las rivalidades entre los distintos señores feudales y las relaciones de estos con el monarca constituyen el telón de fondo en el que se desarrolla la historia de Arnau de Bonastre, señor de Guerau. La rebelión contra su padre tendrá su continuación en el levantamiento que, años después, protagonizará su propio hijo, Oliver Ull Blau, apoyándose en la revuelta de los payeses de remença. Es el conocido tema de la rueda de la fortuna que tanto impresionó a la mentalidad medieval y que resultará casi omnipresente en su literatura.

Según Le Goff, «la historia se hace con documentos y con ideas, con fuentes y con imaginación»… Todos estos elementos están perfectamente ensamblados en La tierra fértil. Los personajes están caracterizados de acuerdo con los valores y actitudes que el pensamiento medieval atribuía a los distintos grupos sociales: el caballero, leal y orgulloso de su linaje y de poner su espada al servicio de su señor; el siervo, aparentemente sumiso pero a la vez sagaz, astuto, luchando por sobrevivir en un mundo difícil. La familiaridad de la profesora Díaz-Mas con el medievo la lleva a utilizar con enorme soltura las obras más significativas de la época.

La galería de personajes -casi exclusivamente masculinos – encarna valores como la amistad, la lealtad, la comprensión, pero también muestra la traición, la crueldad gratuita y la ambición desmedida. Hacia la mitad de la novela, el relato se ralentiza al entrar en escena Joan Galba, cuyo resentimiento hacia el señor de Bonastre se convertirá poco a poco en una intensa amistad hasta derivar en una relación homosexual. La última parte de la narración adquiere tintes algo más sombríos para relatar la guerra, cruel y estéril, que enfrenta al protagonista con su hijo.

Margarita Sánchez

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