Los talibán

Los talibán

El islam, el petróleo y el nuevo “Gran Juego” en Asia central

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALTaliban: Islam, Oil and the New Great Game in Central Asia

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2001)

Nº PÁGINAS375 págs.

TRADUCCIÓN

GÉNERO

El periodista paquistaní Ahmed Rashid, que ha informado sobre Afganistán desde 1979, proporciona en su libro las claves para entender mejor a los talibán, el más extremista movimiento islámico en el mundo de hoy.

Se trata de un libro escrito desde la cercanía geográfica y religiosa, aunque su independencia de cualquier facción le ha permitido realizar una profunda disección de una de las más crueles guerras civiles de nuestro tiempo.

Así como en la vecina Irán se impuso una revolución islamista como consecuencia de la corrupción del régimen del Sha y su alianza con Estados Unidos, en Afganistán -donde nadie ha puesto en duda el carácter islámico del Estado, sea quien sea el gobernante- los talibán, enemigos de los chiítas, llegaron a dominar el país gracias a la ayuda abierta de Estados Unidos, Arabia Saudita y el vecino Pakistán. Sin embargo, hoy alardean de despreciar a sus aliados y proclaman su auténtico objetivo: la recreación en Afganistán de los tiempos del profeta Mahoma. Y se sienten tan fuertes que se han permitido desafiar a Washington al dar cobijo al terrorista más buscado del mundo, el millonario saudita Osama Bin Laden.

Narra Ahmed Rashid que cuando aparecieron los talibán, a finales de 1994, Afganistán se encontraba ya en un total estado de desintegración, dividido en feudos regidos por señores de la guerra que habían luchado, cambiado de bando y forjado alianzas en una serie asombrosa de traiciones y derramamiento de sangre. Nada tiene de extraño que cientos de miles de afganos buscaran refugio en el vecino Pakistán, donde florecieron centenares de «madrasas» (escuelas islámicas).

Allí surgió el movimiento talibán. Nutrido por los estudiantes de las numerosas madrasas situadas al otro lado de la frontera, en su mayoría de la etnia pashtun, y con la ayuda de los servicios de inteligencia paquistaníes, fue apoderándose poco a poco de poblados vecinos donde eran recibidos como libertadores. Su programa de acción era restaurar la paz, desarmar a la población, reforzar la ley islámica (sharía) y defender la integridad del carácter islámico de Afganistán. Como quiera que los demás muyahidines que habían declarado la yihad (guerra santa) al invasor soviético se habían instalado en el pillaje, la corrupción y la guerra, los talibán enarbolaron la bandera de la purificación. Por su juventud y escasa preparación, no solo desconocían la historia del país, sino que daban al Corán escasamente estudiado una interpretación política idílica: la restauración de la sociedad existente en los tiempos de Mahoma.

Allí donde iban «liberando» poblaciones afganas imponían su extrema interpretación de la ley islámica: cerraban las escuelas de niñas y prohibían todo tipo de diversiones, desde música, radio, televisión y vídeo hasta la mayor parte de los juegos deportivos. Y, por supuesto, obligaron a las mujeres a vivir encerradas en casa, a no trabajar ni estudiar y a salir a la calle cubiertas de arriba abajo.

En su documentado libro, Ahmed Rashid nos guía por la vieja y reciente historia de Afganistán para entender el horror que hoy padece este país de veinte millones de habitantes. En realidad, el país ha dejado de existir como Estado viable. Las ciudades están destruidas; las poblaciones, desplazadas.

El sistema talibán, desprovisto de todo proyecto de Estado, ha logrado ganarse la antipatía de casi todo el mundo, incluido los musulmanes moderados, sin que nadie sepa todavía cómo desactivar el gigantesco polvorín en que han convertido el país. Para Ahmed Rashid, si se sigue haciendo caso omiso a la guerra afgana, solo cabe esperar lo peor, con un Pakistán al borde de otra revolución islámica que desestabilizará aún más la región y sin que sea ya posible explotar los ricos yacimientos de petróleo del Asia Central.

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