Incorporar a mujeres en los lugares de responsabilidad es una de las claves para que las empresas rindan más, según se desprende de las compañías de la lista Fortune 500. En ese ranking, las que tienen mujeres en sus órganos directivos consiguieron un 26% más en rentabilidad de la inversión o un 16% más de margen neto; pero aumentar la proporción femenina no es una batalla fácil de ganar, según explica The Wall Street Journal, que recientemente ofrecía una guía sencilla para directivos que pretendan conseguirlo.
Los consejos para jefes recogen la experiencia de muchas profesionales pero no se dirigen a las mujeres sino a los hombres, con el fin de desmitificar algunos clichés y ayudarles a superar malos entendidos. “El objetivo no es culpar a los hombres”, señala su autora Joanne Lipman, sino dar pistas precisas a “tantos que se sienten frustrados y perplejos” o no consiguen “reclutar mujeres cualificadas a pesar de sus sinceros esfuerzos”.
Uno de los puntos básicos es entender los tics verbales que utilizan las mujeres, como por ejemplo, los circunloquios con los que introducen cualquiera de sus opiniones para matizarlas; la disculpa al disentir y otros recursos que proceden de un modo de ser colaborativo y menos asertivo que sus compañeros, por lo que es fácil que muchas de sus propuestas pasen desapercibidas hasta que un hombre las retome como suyas. Si los jefes cuentan con eso, explica la guía, podrán atajar y pedir opiniones o propuestas en directo, en cuanto comiencen a formularlas, con lo que ahorrarán un largo proceso.
Las promociones son otro punto sensible; de entrada las mujeres suelen renunciar a ascensos porque casi nunca se ven preparadas. “Si los puestos requieren cinco criterios, una mujer con solo cuatro no lo solicitará; en cambio un hombre con solo uno de ellos ya estará pidiendo el cargo”, explica Kaufmann, directivo de Cardinal Health, que ahora busca por iniciativa propia a las mujeres que le parece adecuadas y les pide directamente que lo soliciten. Con esta técnica el número de ejecutivas ha crecido un 20% en su empresa en los últimos cuatro años.
Algo similar ocurre con las subidas de sueldo. El artículo señala que aunque una mujer merezca el aumento “nunca lo pedirá”; frente a esto, los hombres son cuatro veces más proclives a solicitar subidas, promociones u otro tipo de ventajas. En opinión de la autora, esta falta de arranque es una desventaja que puede superarse si la empresa está realmente interesada en el talento de una mujer. Una de las sugerencias llega de la mano del vicepresidente de eBay, Steve Boehm, quien anima a las mujeres de su equipo a negociar subidas cuando cambian de posición, con el fin de estén más satisfechas y rindan más.
Otros consejos más pedestres se refieren al trato social. La experiencia demuestra que una cortesía exquisita, llena de cumplidos por la parte masculina, se acerca más al “sexismo benevolente”. Ese lenguaje evoca “estereotipos en las mujeres, algo que mina su desempeño y su seguridad”. También es sugerente el consejo de hablar con claridad, si se quiere que mejoren su rendimiento. “A los hombres les asustan las lágrimas”, avisa la autora de la guía, pero se puede y se debe hablar con honradez y empatía.