El mejor argumento provida: ayudar a la gestante

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Irene tiene 25 años y una hija de 11 meses. Hoy la joven sonríe, pero hace poco más de un año no tenía muchas ganas: acababa de llegar a España desde Perú con visado de turista, junto a su novio, y ambos decidieron quedarse. En la distancia, les habían dibujado un atractivo panorama en el que sería fácil encontrar un empleo, asentarse y tirar para adelante. Pero eran solo trazos en el aire.

Vender latas de cerveza en las afueras de un club de fútbol no era precisamente lo que había ideado, pero había deudas que pagar. Su pareja encontró trabajo en la construcción, aunque aquello era pan de un día. Por fortuna, él sí tenía familia en Madrid y al menos podían compartir techo, pero la economía pintaba mal. “Lo único que tenía era apenas un lugar donde dormir”.

“Sé que muchas personas lo pasan mal, porque yo también lo pasé mal. Pero [tener a mi hija] ha sido lo correcto”

Y entonces quedó embarazada.

“Si me preguntabas años atrás, te decía que no podía tenerlo, porque para mí era un impedimento: yo quería estudiar, y es lo que hacía en ese momento. Un hijo me quitaría el tiempo. Por eso les decía a mis amigas que yo no lo tendría. Por mi juventud, por sentir que me atrasaría, por muchas cosas”.

Enterarse de la situación del aborto en España funcionó como otro resorte en la mala dirección: “Cuando tenía un mes y algo, me informaron que el aborto era legal, y se me pasó por la cabeza. ‘¿Por qué no hacerlo?’, me dije. Al fin y al cabo me lo haría un doctor, no sería yo misma en la casa”. A su novio no le gustaba la idea, pero el razonamiento de Irene fue el que el mainstream repite en casos así: “Le dije que yo decidía, que era mi cuerpo”. Tampoco su familia en Perú estaba contenta: querían que regresara.

Fue entonces que se hizo un claro entre las nubes. “Una amiga me pasó el dato de la Fundación RedMadre, y entré en su página web para ver de qué se trataba. Ella me dijo: ‘Llámalos, porque te ayudan’. Vi que lo hacían, que contaban con profesionales, con psicólogos… Quise hablar con uno, a ver qué me decía y qué ayuda me podían dar. Llamé, me citaron y me atendieron”.

Para Irene, tener a su hija “fue la mejor decisión que tomé en mi vida”

Salvar la vida; las dos vidas

RedMadre puede ser, para muchas mujeres que se encuentran en circunstancias extremas y se sienten empujadas a someterse a un aborto, la última frontera. Frente a la hegemonía de cierto discurso “feminista” que no le ofrece otra respuesta a la embarazada que enviarla a un quirófano a “acabar con el problema”, esta fundación presenta una salida más positiva.

Sus voluntarios informan a las gestantes sobre las ayudas públicas y privadas a las que pueden acceder por su condición, y que se traduce en asistencia médica, psicológica y jurídica gratuitas; alojamiento en los casos que así lo precisen, apoyo para hallar un empleo y un sitio donde, en horas de trabajo, la mujer pueda dejar al pequeño; donaciones materiales, cursos de formación para la maternidad… De lo que se trata es de sacar adelante la vida. Dos vidas, más exactamente.

Hablamos con Amaya Azcona, directora general de RedMadre:

¿A cuántas embarazadas en situación de vulnerabilidad ha alcanzado la fundación?

— En 2017 atendimos a 18.000 mujeres, no todas en riesgo directo de aborto. Entendemos que si a una mujer embarazada le damos información correcta sobre lo que necesita, podemos evitar que otras personas la aboquen al aborto. De las que atendemos, 9 de cada 10 continúan adelante con su embarazo. Tenemos un éxito alto, porque son mujeres que vienen libremente, buscando la ayuda de RedMadre.

¿Cuál es el mensaje positivo para ellas, el principal argumento?

— Podríamos plantearlo al revés: por qué viene una mujer embarazada a RedMadre. Nosotros escuchamos cuál es su problema, la coyuntura, las presiones que está recibiendo y que le hacen dudar de continuar su embarazo, o si alguien la quiere empujar a abortar. En función de la situación concreta, intervenimos en los distintos aspectos.

“Una causa por la que una mujer pide ayuda a RedMadre es porque recibe presiones emocionales muy fuertes de su pareja, que la empuja a abortar, o si no, termina la relación”

Una causa por la que una mujer pide ayuda a RedMadre es porque recibe presiones emocionales muy fuertes de su pareja, del padre del hijo que espera, que sutil o no tan sutilmente la induce a abortar, o si no, termina la relación. Hay que ayudar a esta mujer, ver qué dependencia emocional tiene de la pareja, si sufre violencia física, si tiene otro lugar donde vivir. No es tanto de argumentos, sino de ver la situación concreta de cada mujer, e intervenir y ayudarla a ver siempre la posibilidad de continuar adelante.

La adopción, solo en casos extremos

— ¿Qué acompañamiento o apoyo concreto reciben las gestantes?

— El que cada mujer necesite. Es muy diferente el caso de una que vive con su pareja y el de la que vive con la familia. En este último, es más fácil ayudarle a que se desvincule de esa presión emocional. Ahí entraría una psicóloga, con un acompañamiento importante, para que la mujer, por dependencia emocional, por enamoramiento, por afecto, no decida abortar sin quererlo, por pensar que así mantendrá a su pareja. Ese es un caso muy generalizado en España: la duda entre dos ‘amores’: el del hijo y el del padre del hijo. Ahí nosotros ayudamos a que vea la importancia del hijo, y que una persona que le hace ese chantaje no la quiere bien.

Otra situación es la presión de la familia. En las de gestantes de 16 a 25 años, especialmente la madre realiza una presión grande sobre la embarazada para que no continúe adelante. Nosotros ahí vemos si el padre del concebido es favorable al embarazo. Buscamos dónde tiene apoyo la mujer, dónde puede buscar un camino con personas que la ayuden a seguir. Si la familia no, pero la pareja sí, es bastante sencillo que la mujer continúe.

También están las presiones laborales. Nosotros les informamos a las gestantes que en España un empleador no puede despedir a una mujer por estar embarazada. O sea, les damos información legal, mediación familiar, apoyo psicológico.

— ¿Les hablan además de la posibilidad de la adopción? ¿Cuántas se acogen?

— Ese es un tema del que se habla mucho, pero en España no hay cultura de dar a los hijos en adopción. Además, tampoco creemos que sea el camino ideal para una madre. Una embarazada debe criar a su hijo, y este debe criarse con su madre. Si se incluye el padre, ya es lo ‘supermejor’. Tratamos de que se solucionen los obstáculos para continuar con la maternidad y vivir con su hijo, y luchamos con ella para que eso sea posible.

Ahora bien, hay circunstancias extremas, de una grave adicción, una enfermedad mental o una violación, en que a veces la madre no puede criarlo. En ese caso, no es que lo aconsejemos: ofrecemos la posibilidad de la adopción, y si la mujer así lo decide, se ponen en marcha unos mecanismos en las Comunidades Autónomas, con los hospitales. Pero la adopción sería un último remedio.

Tratar el trauma del aborto

— En el caso de aquellas que, al ser auxiliadas por RedMadre, cambian de opinión y no abortan, ¿cómo reaccionan, una vez convertidas en madres, cuando vuelven sobre su decisión inicial?

— Las cosas no son en blanco y negro. La mujer que viene a nosotros, al principio del embarazo, puede dudar. Tiene miedo, angustia por el futuro. Y cuando toma la decisión de seguir, y tiene el niño, suele experimentar una suerte de ansiedad por haber pensado en la posibilidad del aborto, y cierto dolor, amargura.

También en esto la ayudamos, pues en realidad lo que ha hecho es continuar y tener a su hijo. Trabajamos para que olvide aquel momento de duda, pues tomó la opción correcta: parirlo. Le aliviamos esa carga de culpa que a algunas les queda.

— ¿Qué puede decírseles a las que, sin embargo, han abortado?

— En la práctica, lo que hacemos es recibir a esas mujeres, que vienen con un gran sufrimiento, porque la herida es grande, y trabajar con ellas. Tenemos a psicólogos y a gente formada para ayudarlas con ese trauma que es el aborto. Lo positivo es que en el caso de que vuelvan a quedar embarazadas, puedan ver que la maternidad es un bien, no un mal. Que es difícil ser madres en algunos momentos, por las circunstancias, pero a la larga siempre es un bien para ellas. Que el hijo no es un enemigo, sino que será siempre un compañero.

Los voluntarios de RedMadre informan a las gestantes sobre las ayudas públicas y privadas a las que pueden acceder por su condición

Muchas vienen sintiendo que las han engañado: les dijeron que abortar era muy fácil, pero luego ellas perciben en sí una herida muy profunda, que las ayudamos a sobrellevar. Una mujer que ha abortado es víctima de una sociedad que la empuja a ello, como si fuera una solución sencilla.

El bien se multiplica

Hablar. Irene necesitaba hablar, descargar la presión que le supone a una embarazada encontrarse en apuros económicos, en un país extraño, y lejos de su madre, de ese regazo último en el que todo ser humano sabe que puede refugiarse. Una psicóloga de RedMadre, Belén García-Collantes, le brindó su hombro.

“En esos momentos ella también estaba embarazada –cuenta la joven peruana–, y me dijo cosas que me dejaron pensando: me hizo ver que sí podía tenerlo; que aunque no tuviera experiencia como madre, ya la tendría. Que nadie nace sabiendo ser madre, sino que lo iba a aprender. Y es así: todavía lo sigo aprendiendo. Le agradezco muchísimo”.

Cada vez que pasa por la fundación, la joven madre recoge artículos necesarios para la crianza de su bebé: leche, pañales, ropa, juguetes. Además, ha asistido allí a un curso sobre el cuidado del recién nacido, y como efecto multiplicador del apoyo que ha recibido en la institución, ha llevado consigo a dos amigas.

¿Qué piensa hoy de la decisión inicial de abortar? Prefiere no juzgarse: tenía mucho miedo entonces, y lo que había al final del camino que finalmente tomó, su bebé, opaca cualquier pensamiento triste.

“Fue la mejor decisión que tomé en mi vida. Hoy mi niña tiene 11 meses, ya está caminando. Desde que nació, fue algo único. Era totalmente distinto a todo lo que yo había vivido hasta ese momento. Obvio: no sabía muchas cosas. Tenía a mi mamá lejos, y todo era un poco complicado. Pero nada. Me han ayudado, y también la familia de mi pareja”.

Ser provida no es solo decirlo, sino “echar una mano a las madres en dificultades”

A las mujeres que se vean en la misma encrucijada, un consejo: “Lo único que tienen que esperar es el momento en que den a luz y tengan en sus brazos a su hijo. Es el instante más maravilloso. Ver a tu hija tan chiquitita… [se emociona]. Sé que muchas personas lo pasan mal, porque yo también lo pasé mal. Pero ha sido lo correcto. Yo, que en un momento pensé muchas cosas, hoy estoy con mi niña. Y llegar del trabajo y verla es… ¡guau! Es algo muy bonito. No lo cambiaría por nada”.

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