Los adolescentes tienen expectativas profesionales poco realistas

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A los 15 años, los chicos de hoy tienen solo unos pocos menos de experiencia con móviles y redes sociales. Sin embargo, cuando se les pregunta en qué querrían trabajar de mayores, se decantan mayoritariamente por profesiones de la era analógica: profesor, médico, abogado, policía… La OCDE ve ahí un preocupante desajuste entre las aspiraciones de los adolescentes y el mercado laboral que les espera.

Esa es la principal conclusión de un estudio, publicado a finales de enero, a partir de una encuesta a alumnos de 41 países que participaron en las últimas pruebas PISA (2018). Como se ve en las tablas, abajo, las preferencias del 53% de las chicas y del 47% de los chicos se concentran en solo diez profesiones, casi ninguna propia de la economía digital. La concentración es mayor que en la encuesta del año 2000, cuando las diez profesiones más populares atraían al 49% de las chicas y al 39% de los chicos. Y es significativo que el trabajo de los profesionales de las tecnologías de información y comunicación (TIC) haya perdido puestos entre los chicos.

La OCDE recalca que muchos adolescentes siguen cautivados hoy por profesiones tradicionales, “propias del siglo XX, o aun del siglo XIX, como hace veinte años, antes de las redes sociales y la extensión de tecnologías como la inteligencia artificial”. Eso significa que, en muchos casos, optan por empleos que van a menos y no aprecian los que tienen más futuro. En concreto, el estudio calcula que, por término medio, el 40% aspiran a trabajos que pueden acabar en manos de robots.

Este desajuste se da más en los adolescentes de extracción social modesta, a los que también se debe, en la mayor parte, el aumento de la concentración de preferencias en las diez profesiones más populares. Andreas Schleicher, el director de los informes PISA, advierte: “Demasiados adolescentes rehúsan o desconocen nuevos tipos de empleo que están emergiendo, en especial a consecuencia de la digitalización”.

Uno de cada cinco chicos se inclina por algún empleo que está en riesgo debido a la automatización

De todas formas, como señala un comentarista de The Economist, tal vez eso no sea tan raro ni tan grave. Los muchachos de 15 años saben poco del mercado laboral, y si se plantean qué harán de mayores, tienden a pensar en las profesiones que conocen. No es fácil que les nazca el deseo de ser, por ejemplo, “técnico comprobador de sistemas de información” o “especialista en asistencia informática a usuarios” (función que muchos cumplen ya, sin retribución, con sus padres y abuelos), por más que sean profesiones con brillante futuro. Esas son opciones que podrán descubrir más adelante, al igual que los muchos que ahora quieren ser médicos no saben aún qué especialidad escogerían.

Que la concentración de aspiraciones se debe, en buena parte, a una ignorancia más o menos normal a esa edad, parece confirmarlo el mismo estudio por otra parte. El rango de aspiraciones profesionales de los chicos es más variado en países que tienen una formación profesional bien implantada, como Alemania y Suiza. Porque son más los chicos que tienen contacto con el mundo laboral, cabe suponer. Por eso mismo, se observa un fenómeno análogo, en todos los países, entre los adolescentes que han recibido algún tipo de orientación profesional (pruebas de aptitudes, visitas a empresas, asesoramiento personal…).

Otra muestra de poco realismo es que uno de cada cinco chicos aspira a empleos que requieren título superior pero no tiene pensado completar estudios de ese nivel. También este es un problema, principalmente, de los alumnos con desventaja socioeconómica: el 35% está en ese caso, frente al 10% de sus compañeros de familias acomodadas.

La OCDE recomienda, pues, dar orientación profesional a los estudiantes, para que conozcan el mercado laboral que se encontrarán y las posibilidades de formación después de la enseñanza secundaria. Entre otras características que considera decisivas para que resulte útil, los autores del informe señalan que sea realista y que cuente con implicación de las empresas.

Diferencias entre sexos

Pero el estudio muestra un desajuste más, que parece difícil de compensar. Es notable la diferencia de aspiraciones profesionales entre chicas y chicos. Algo se ve en las tablas de arriba. Si ellas y ellos cumplen sus preferencias, contribuirán a perpetuar las diferencias en la universidad y en el empleo.

Por ejemplo, los alumnos con mejores notas en matemáticas y ciencias en las pruebas PISA están bastante igualmente repartidos entre los dos sexos. Sin embargo, quienes de ellos aspiran a trabajar en ciencia o ingeniería son chicos en su inmensa mayoría, mientras las chicas predominan en la preferencia por el área biomédica. Esto se puede ilustrar con estadísticas de España, donde la mayoría femenina en la universidad desaparece en los estudios técnicos. O con datos de Gran Bretaña que trae The Economist: las mujeres son allí el 83% de los trabajadores sociales y el 12% de los técnicos en nubes informáticas.

Aunque las pruebas PISA detectan diferencias de resultados entre los sexos, no son tan grandes. Se amplifican después, en la elección de estudios superiores y en el acceso a las distintas profesiones. Es una desigualdad para la que aún no se ha hallado una explicación clara.

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