¿Narcisistas, impacientes y faltos de compromiso? ¿Idealistas, innovadores y rebeldes ante la explotación laboral? Cada cierto tiempo se reabre el debate de si los jóvenes de hoy son peores trabajadores que los de generaciones anteriores. Aunque se nos olvide, lo cierto es que siempre ha ocurrido una situación similar con quienes se incorporan al mundo laboral.
Como ante cualquier nueva generación, contar con jóvenes millennials o generación Z en la empresa ofrece luces y sombras, tiene ventajas y desventajas. Que no estén dispuestos a trabajar infinitas horas extras, puede ser algo bueno. Que algunos de ellos estén renunciando a sus trabajos con bombos y platillos a través de sus redes sociales, puede ser una frivolidad.
Una banda musical en el lugar de trabajo no es algo que se vea todos los días. Quizás estaría bien para una celebración o aniversario, pero no para un acto formal como una renuncia laboral, al menos hasta ahora. Harto de su trabajo, un joven norteamericano decidió comunicar a su jefe que no seguiría en la empresa… acompañado de trompetas, platillos y tambores, todo transmitido en vivo por sus redes sociales. Y no es el único audaz en hacer algo así. “Necesito salir de la rueda del hámster”, cuenta en otro video una joven. Esta chica, cansada del mundo financiero, decidió abandonar su trabajo mediante una publicación en TikTok. La tendencia de renunciar al trabajo a través de redes sociales nació en Estados Unidos en 2020 y ya se han viralizado miles de videos utilizando el hashtag #QuitMyJob.
Ante la falta de personal cualificado, en algunos países de la Unión Europea están incentivando la participación de jóvenes en entrevistas laborales mediante el pago de dinero, como recoge este artículo de Le Monde.
Las prioridades de los jóvenes profesionales están cambiando: hoy preguntan más por los horarios de trabajo, la flexibilidad, el teletrabajo y los beneficios que ofrece la empresa. En un mundo laboral en plena transformación, las empresas buscan entender a los millennials y a la generación Z, encargan encuestas y estudios para descubrir cómo aprovechar su talento y poder incorporarlos eficazmente a sus compañías.
“La gestión del talento joven no enfrenta problemas muy distintos que los de otras épocas”
¿Son muy distintos los jóvenes de hoy?
En conversación con Aceprensa, Andrés Pucheu, Doctor en Psicología, MBA, profesor universitario e investigador de la Universidad de los Andes (Chile), explica que aunque se escuchen muchas críticas —sobre que los jóvenes profesionales son menos pacientes, más exigentes en condiciones de trabajo o menos leales—, no existe evidencia que permita afirmar que sean muy distintos a los jóvenes de las generaciones anteriores.
“La gestión del talento joven no enfrenta problemas muy distintos que los de otras épocas; es en las empresas que siguen ancladas a estructuras burocráticas, con sistemas de jefaturas antiguos, con áreas que trabajan de forma aislada, donde cuesta más que se incorporen bien y donde se generan más tensiones”, explica Pucheu. Las motivaciones fundamentales de los jóvenes no han cambiado mucho, buscan los mismos valores esenciales en relación al trabajo: estabilidad, significado, reconocimiento, capacitación.
Así lo refleja, por ejemplo, el último estudio de MERCO entre jóvenes universitarios chilenos (2021): a la hora de elegir una empresa para trabajar, el primer factor que tienen en cuenta las personas que entran al mercado laboral es la formación y el desarrollo profesional que pueden alcanzar en ella (19%), seguido del buen ambiente laboral (18%), la calidad de vida (16%), y la buena retribución y beneficios (14%). Nada que los jóvenes de otra generación no hubieran querido.
Una economía en transformación
Para entender cómo se ha avanzado hacia empresas con estructuras más descentralizadas y flexibles, Pucheu explica que es necesario observar los cambios que se han producido en el mundo empresarial desde los años 80 y 90: de modelos de negocio agrícolas e industriales a los centrados en servicios. Esto ha conllevado cambios en la dinámica de gestión, pasando de procesos estables a la gestión flexible, con la consiguiente adaptación de estructuras y habilidades necesarias para desarrollar los distintos trabajos.
Para Pucheu, esto ha significado un cambio de paradigma en el mercado: “Antes se buscaba contratar a los más inteligentes, hoy se valoran más las habilidades sociales, que facilitan la resolución de problemas y la colaboración. Cuando el trabajo está centrado en los servicios, la capacidad de establecer buenas relaciones es más importante que los conocimientos teóricos; las empresas que entienden esto, captan y retienen al mejor talento”. Sin embargo, agrega, no está claro que los jóvenes sean mejores que los mayores en estas habilidades.
Por otra parte, Pucheu explica que las empresas no pueden esperar que los jóvenes vengan con experiencia, hay que darles oportunidades para enfrentarse a los desafíos, aunque puedan fracasar, pues esos fallos son parte del proceso de aprendizaje: “Las mejores empresas cuentan con programas de formación donde permiten a los nuevos trabajadores cumplir diversos roles, aprender a trabajar en equipo, desarrollar múltiples habilidades e ir adquiriendo una inteligencia relacional con una visión en 360 grados”, comenta.
Al observar a los jóvenes actuales, las personas mayores los comparan con sus propios recuerdos sesgados, y advierten que ellos tienen peores cualidades que las suyas
¿Y si son como antes?
Si los jóvenes no son muy distintos, ¿por qué existe una percepción de que son peores trabajadores? Parte de la respuesta la podemos encontrar en un artículo publicado en la revista Science en 2019 sobre el “efecto hoy en día” (these days effect). Considerando cinco investigaciones previas, el estudio concluyó que hay dos mecanismos que explican este fenómeno. Por una parte, existe una tendencia a fijarse en las cualidades laborales en las que uno sobresale y echarlas en falta en los demás, y por otra, hay un sesgo en la memoria por el que se proyectan las cualidades actuales hacia el pasado. Así, al observar a los jóvenes actuales, las personas mayores los comparan con sus propios recuerdos sesgados, y advierten que ellos tienen peores cualidades que las suyas. “Esto puede explicar por qué el ‘efecto hoy en día’ se ha producido durante milenios”, indica el estudio.
El Dr. Pucheu complementa estos datos señalando que “los jefes se olvidan de cómo eran ellos cuando jóvenes”. Cada generación tiene sus tensiones, pero buscar la causa de esos problemas solo en las diferencias generacionales puede contaminar el análisis sobre las verdaderas causas, que pueden encontrarse más bien en las estructuras de las organizaciones o los incentivos laborales. Por ejemplo, tener un buen jefe es clave para que los jóvenes se integren mejor al ambiente de la empresa; por esto, muchos programas de coaching se dirigen hacia su perfeccionamiento.
Los problemas psicológicos que afectan a los trabajadores son transversales a las generaciones. Los ambientes laborales de excesiva competitividad y donde existe un delirio en la búsqueda del éxito, nos está arrastrando a un aumento de los índices de estrés, ansiedad o crisis de pánico. Que los jóvenes valoren más el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, antes que un motivo de recelos o críticas, bien puede ser una ayuda para reflexionar sobre la prioridad que el trabajo ocupa en nuestras vidas y si pudiera estar afectando negativamente en nuestra salud. Muchos jóvenes no piden recortar los estándares de esfuerzo y trabajo duro, sino aportar aire fresco para mejorar las posibilidades de creatividad e innovación en sus empresas.