“¿Embarazada y en la universidad? Te ayudamos”

publicado
DURACIÓN LECTURA: 8min.

Lyneè y Chris Urban, egresados de Notre Dame, junto a sus tres hijas (Foto: Sisi Pascarella)

Quedar embarazadas mientras cursan una carrera universitaria tiene, para no pocas jóvenes en Occidente, la expedita “solución” del aborto. De hecho, para las estudiantes estadounidenses, que esa posibilidad esté o no a la mano es, según un sondeo reciente, un elemento de peso a la hora de elegir universidad: el 72% de las personas entrevistadas toman la decisión de matricularse/permanecer o no en una institución de este tipo teniendo en cuenta qué dicen sobre el aborto las leyes del territorio.

La corriente marca, por norma, una única dirección bien definida: poner término bruscamente al embarazo y volver a clase. Pero hay quienes se resisten, y ya que lo hacen, estaría bien que pudieran contar con un respaldo económico y emocional que las ayudara a poner pie en pared, máxime cuando el mensaje de defensa de la vida les llega desde el propio centro educativo.

Es lo que ocurre en varias universidades católicas de EE.UU., como la de Notre Dame, en Indiana, donde cuentan con un programa de apoyo a las embarazadas. Una de ellas fue Lyneè Urban, que obtuvo su grado en Psicología en 2008. Cuando estaba en segundo año, el mundo se le vino abajo luego de hacerse un test de embarazo: “Fue devastador –cuenta en un vídeo–. No estaba en mis cartas. Tenía un plan para mi vida y no incluía un bebé en mitad de mi carrera”.

Su entonces novio y actual esposo, Chris, también estudiante, estaba de prácticas en un banco cuando recibió la noticia, e igualmente se hundió: “Fue como si me cayeran encima toneladas de ladrillos. Sentí una presión en el sentido de que tenía que dejar la universidad y empezar a trabajar, a ahorrar dinero… No sabía qué haríamos con el niño”.

“Si no fuera por el apoyo que recibí, no hubiera elegido seguir adelante con la crianza de mi bebé”

El viento era contrario y en ráfagas. “Teníamos solo 19 y 20 años –cuenta ella ahora a Aceprensa–. En lo económico, éramos estudiantes universitarios sin ingresos para mantener a un bebé, y en cuanto a tiempo, estábamos en una universidad académicamente exigente, que demandaba de nosotros mucho tiempo para estudiar. Además, estábamos muy inmersos en las actividades extracurriculares: en la orquesta de jazz, en el coro de góspels, en la banda de marchas…”.

La resolución de Lyneè a favor de la vida de su bebé terminó marcando el rumbo, y Chris se apuntó. “Cuando les conté sobre mi embarazo al rector y al rector’s assistant [un graduado que permanece en el centro para acompañar a los estudiantes y ayudar a la dirección en la gestión de la universidad], me remitieron al Centro de Recursos para la Familia, donde trabajaron conmigo y me pusieron en contacto con mi asesor académico, con profesores y con la oficina de ayuda económica. También me ayudaron a establecerme en una de las viviendas creadas en el campus para estudiantes con familia”.

Hoy, si pudiera volver atrás y hacerlo todo de nuevo, no cambiaría nada, gracias en buena medida a que no encontró indiferencia de parte de su universidad. “Si no fuera por el apoyo que recibí, no hubiera elegido seguir adelante con la crianza de mi bebé. Hoy tiene 17 años y no puedo imaginar mi vida sin ella. Mi novio y yo finalmente nos casamos y tuvimos dos niñas más. Nuestra familia es la luz de nuestras vidas”.

Volcarse con la gestante

“Una cosa es predicar, y otra, dar trigo”, reza el refrán. Claro que, si quien predica arrima también el hombro, la palabra cobra la fuerza del ejemplo y gana en credibilidad.

Recientemente, el canal católico estadounidense EWTN fue en busca de esos “dadores de trigo” y envió un sondeo a 64 centros universitarios católicos, para constatar cómo va la relación “teoría-práctica” en el tema de la defensa de la vida.

De las 64 instituciones, 17 (más de la cuarta parte) respondieron el cuestionario, entre ellas, el Belmont Abbey College, de Carolina del Norte; la Catholic University of America, de Washington, D.C.; la University of Mary, de Dakota del Norte; la mencionada University of Notre Dame, etc. Las modalidades de apoyo a las estudiantes embarazadas son diversas. Así, ocho centros les ofrecen becas; 11 cuentan con salas de lactancia o espacios para ello; cinco las ayudan con servicios de guardería en el propio campus; 14 les ofrecen recursos varios, como servicios de asesoramiento y material para bebés…

En la University of Mary (UMary), el programa de apoyo a las madres estudiantes –Saint Teresa of Calcutta Community for Mothers (STCCM)– “ofrece alojamiento, manutención y guardería gratuitos a la madre soltera y a su hijo”, nos explica Jerome Richter, vicepresidente del centro. “Esto les proporciona un lugar donde vivir, comer y cuidar a los niños sin coste alguno mientras ellas van a clase” (la atención a los bebés corre a cargo, precisamente, de otras jóvenes voluntarias que estudian carreras relacionadas con la educación infantil). Lo único que deben pagar las chicas es su matrícula universitaria, “como una inversión en su educación, de modo que no se les regala todo por completo”.

La universidad invita además a las jóvenes a inscribirse en la modalidad “Campus de Todo el Año”. Según Richter, esa variante “permite que los estudiantes obtengan un título en 2,6 años u ocho semestres consecutivos, pues pueden permanecer en el campus durante el verano”. Así, al tiempo que obtienen su licenciatura, ahorran recursos y pueden ganar más rápidamente capacidad para mantener a su familia.

Cabe añadir que, a diferencia del programa de Notre Dame, el de la UMary es muy reciente: “Empezamos en enero de 2023 –señala Richter–, con dos madres y sus pequeños. Por ahora, parece que tendremos otras cinco o seis estudiantes en el semestre que empieza el 3 de septiembre. Creemos que esta iniciativa solo crecerá en apoyo a medida que más madres solteras, sus familias y aquellos que deseen donar a este programa conozcan de su éxito y del amor y el respaldo que ofrece” la STCCM.

También es reciente el Proyecto Guadalupe, lanzado en 2022 por la Universidad Católica de América (CUA), en Washington, D.C. Según nos comenta Jennie Lichter, viceconsejera general de la institución, la iniciativa quiere hacer del centro “un lugar solidario y acogedor para cada padre y madre que trabaja o estudia en nuestro campus, y para sus hijos”. Para ello, han modificado algunos espacios físicos, han aumentado los recursos materiales destinados a estudiantes y trabajadoras gestantes, y han configurado una campaña de comunicación positiva sobre el embarazo.

“El Proyecto ha recibido gran cantidad de comentarios positivos del personal y de los padres de familia que están agradecidos por la licencia parental más larga, los espacios de estacionamiento para gestantes…”. Los estudiantes, nos dice, “han sido muy receptivos y han quedado muy agradecidos, al reconocer que ser verdaderamente ‘pro-vida’ significa no solo oponerse al aborto, sino cuidar de todas las mamás, papás y bebés que estén entre nosotros”.

Nada de “infracción” ni expulsiones: acompañamiento

Un análisis de trazo grueso de la situación –estudiantes solteras embarazadas en instituciones católicas, o sea, en centros que, por principio, son contrarios a las relaciones prematrimoniales– llevaría a esperar que, más que cuidados, las “infractoras” se llevaran penalizaciones. Lyneè, de hecho, en un inicio se temió la potencialmente más grave: “Pensaba que la postura de la universidad contra las relaciones prematrimoniales derivaría en mi expulsión”.

“Las normas comunitarias, que utilizamos para tratar la infracción de las políticas de la universidad, serían lo último en lo que pensaríamos cuando nos enteráramos de que una estudiante está embarazada”

Sin embargo, el Centro de Recursos para la Familia de su centro de estudios le reservaba una respuesta diferente: “Si estoy embarazada, ¿tendré que dejar la universidad?”, inquiere la web de la propia institución, para a continuación asegurar: “No. Si deseas permanecer en Notre Dame, recibirás todo el apoyo de la comunidad universitaria. A menudo las estudiantes temen que se les apliquen medidas disciplinarias como consecuencia de quedarse embarazadas, pero esto no es cierto. La universidad hará todo lo posible para acomodar tus necesidades y preocupaciones respecto a los estudios y la vivienda. Como universidad católica, Notre Dame está comprometida con la vida y con proporcionar recursos que apoyen la elección de la vida”.

Por su parte, Richter nos explica que, en la UMary, “la estudiante y su hijo serían tratados con la misma acogida, respeto, aprecio y cariño que mostramos a todas las personas. Las normas comunitarias, que utilizamos para tratar la infracción de las políticas de la universidad, serían lo último en lo que pensaríamos cuando nos enteráramos de que una estudiante está embarazada. Queremos apoyarlas lo mejor que podamos mientras transitan por la hermosa realidad de la maternidad”.

Posturas como las de estas universidades y las del resto que también echan una mano a alumnas en esta situación, sorprenderían sin duda a quienes tienen una visión algo “cuadrada” de lo que implica el adjetivo católica para una institución. ¿Sería acaso sinónimo de “rígida”, “inflexible” y particularmente inclinada a lo punitivo para “cerrar el caso”?

Un enfoque tan centrado en el bienestar de la madre estudiante y de su hijo desmonta cualquier caricatura. En opinión de Lyneè, “con un equipo de personas tan amorosas, apasionadas y empáticas, sería posible reproducir estos programas de apoyo fuera” del entorno universitario católico.

También lo piensa Jennie Lichter, que ofrece la experiencia de su institución a quienes deseen conocer soluciones realmente positivas: “La CUA estaría encantada de hablar y asesorar a cualquier universidad u otra organización que quisiera introducir algunos cambios en sus propias políticas, sus procedimientos y su cultura, para realmente poner en alto la dignidad humana y la vida familiar”.

De momento no se conocen muchas universidades interesadas, pero la realidad está ahí: se puede ayudar a las jóvenes a compatibilizar estudio y maternidad. Con un poco de buena voluntad, nadie tiene que abandonar el aula, ni tomarse una píldora, ni pasar por un quirófano, y todos salen ganando.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.