A medida que arrecia la crítica conservadora al liberalismo, cabe preguntarse si los posliberales no estarán errando el blanco de sus críticas. En un momento en que falta holgura para desafiar los puntos de vista dominantes –tanto en la opinión pública como en el interior de cada tribu–, el problema no es el exceso de liberalismo, sino su déficit.
Los conservadores posliberales han puesto sobre la mesa preguntas importantes. Si el Estado liberal es neutral respecto de las distintas concepciones del bien, ¿por qué luego toma partido por unas frente a otras? Si el liberalismo es libertad, ¿por qué buena parte de la población tiene miedo a decir lo que piensa en una serie de debates? Si las sociedades liberales son el paraíso de la tolerancia…
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Un comentario
Totalmente de acuerdo con tus tesis principales, en abstracto. Resulta preocupante que los conservadores vean en Trump al defensor pro vida y no al dinamitador de instituciones, etc. En Putin (antes de la guerra) al defensor de la familia tradicional y no al tramposo en las olimpiadas, o al envenenador de disidentes.
Pero cuando aterrizas a los ejemplos de cómo el Estado liberal gestiona mejor los desacuerdos ideológicos, casi todos son de EUA, donde precisamente el populista Trump, con triquiñuelas, colocó en el Tribunal Supremo jueces conservadores. Habría que ver si en Suecia, Finlandia, Canadá se dan ejemplos parecidos con jueces liberales.
EUA parece más bien un caso excepcional, y el mayor bastión de conservadores del mundo. En casi todos los demás países del orbe el sistema liberal ha hecho liberales, culturalmente (ideológicamente) a los conservadores. Por eso ya ofrecen menos resistencia. Y quizá por ello ya cada vez hay menos conflicto o resulta muy difícil enfrentarlo…