Un año después del establecimiento de una coalición de 60 países, encabezados por EE.UU., para combatir al Estado Islámico (EI), no hay signos esperanzadores en el conflicto sirio. Pese a la campaña de bombardeos que “degrada”, pero no destruye a los islamistas, Siria tiene cada vez más los rasgos de un “Estado fallido”, en el que el gobierno no ejerce la autoridad sobre la mayor parte de su territorio. De hecho, se ha originado una partición de facto entre el débil régimen de Asad, los grupos suníes de la oposición y el EI.
Las sucesivas y fracasadas negociaciones de Ginebra, con la búsqueda infructuosa de una oposición más o menos moderada al régimen de Damasco, y los intereses contrapuestos de las potencias regionales y mundiales en la r…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.