A medida que arrecia la crítica conservadora al liberalismo, cabe preguntarse si los posliberales no estarán errando el blanco de sus críticas. En un momento en que falta holgura para desafiar los puntos de vista dominantes –tanto en la opinión pública como en el interior de cada tribu–, el problema no es el exceso de liberalismo, sino su déficit.
Los conservadores posliberales han puesto sobre la mesa preguntas importantes. Si el Estado liberal es neutral respecto de las distintas concepciones del bien, ¿por qué luego toma partido por unas frente a otras? Si el liberalismo es libertad, ¿por qué buena parte de la población tiene miedo a decir lo que piensa en una serie de debates? Si las sociedades liberales son el paraíso de la tolerancia…
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