Viaje al fondo de la nación

Viaje al fondo de la nación

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALVoyage au bout de la nation

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNSantiago de Chile (1995)

Nº PÁGINAS173 págs.

GÉNERO

El periodista Jean Daniel, fundador del semanario francés Le Nouvel Observateur, reflexiona en este ensayo sobre el auge de los nacionalismos tras la caída del muro de Berlín. Es la constatación de que no se ha cumplido la predicción marxista que unía el progreso con el fin de la religión y la nación.

Daniel está vinculado a la trayectoria del socialismo francés, al que debe no pocas de sus lecturas e influencias; pero no es de los que padecen la esquizofrenia de propugnar ideas europeístas y a la vez apegarse a esquemas ideológicos de hace más de un siglo. El autor conoce bien la historia y, por tanto, recuerda que la idea de nación surgió con la Revolución francesa. En Francia, república y nación han sido conceptos casi equivalentes, lo que no impidió que también en las filas conservadoras apareciera a finales del XIX un culto a la nación, expresión de una «nueva religión pagana».

Precisamente, el título de la obra evoca el Viaje al fin de la noche, de Louis Ferdinand Céline, escritor antimarxista frustrado por su experiencia de la guerra de 1914 y lanzado con arrogancia en el callejón sin salida de la violencia.

Pero nada más lejos de ese extremismo que los planteamientos de Jean Daniel. El autor no sólo pone en evidencia los nacionalismos autoritarios clásicos sino también aquellos nacionalismos emancipadores del Tercer Mundo que, como en Argelia, lugar de origen de Jean Daniel, sólo trajeron la implantación de un poder personal y sus secuelas de corrupción y quiebra de la economía. Resalta además cómo los nacionalismos laicos en el mundo árabe hoy son combatidos por el integrismo, especie de sacralización de la política que desemboca en un nacionalismo religioso. Esto es propio tanto de los movimientos integristas como de las monarquías del Golfo Pérsico que, a diferencia del islam tradicional, cierran las puertas de la tolerancia a las llamadas «gentes del libro», judíos y cristianos.

No menos interesante es la observación de Jean Daniel sobre nacionalismo y democracia. Hoy se repite con frecuencia que la democracia es una garantía de paz y estabilidad. Sin embargo, no es suficiente que «las naciones sean democráticas para que se tornen virtuosas», y un partido nacionalista elegido democráticamente puede desvirtuar su legitimidad si discrimina a las minorías. En el Viejo Continente la solución a estos riesgos pasa para el autor por el camino de la integración europea. Históricamente, la reconciliación entre Francia y Alemania marca el camino a seguir.

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