Las personas son el principal recurso

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El economista estadounidense Gregory Mankiw era maltusiano, pero ha cambiado de opinión. Lo cuenta Rafael Pampillón, director del Área de Economía del Instituto de Empresa (Madrid), en Expansión (25 abril 2003).

Gregory Mankiw, profesor de la Universidad de Harvard, fue nombrado el mes pasado asesor económico de la Casa Blanca. Mankiw es conocido por ser autor de dos libros muy populares entre los estudiantes de economía, Principios de Economía y Macroeconomía, de los que ha vendido casi un millón de ejemplares. (…)

Hace poco, un alumno de 1º de Económicas de la Universidad San Pablo-CEU [España] escribió un e-mail a N. Gregory Mankiw donde le explicaba que su profesor de Economía no estaba de acuerdo con las tesis maltusianas que aparecían en su libro Principios de Economía. (…) Mankiw le contestó (…) que él ya había cambiado sus tesis y que se estaba convirtiendo al «natalismo». Entre otras cosas, Mankiw le decía: «Mi mujer y yo estamos a punto de realizar un acto que algunos definirían como socialmente irresponsable: al final del verano, vendrá al mundo nuestro tercer hijo». (…)

Continúa Mankiw: «Hace dos siglos, Thomas Malthus argumentó que una población que no dejase de aumentar haría que la sociedad se estancase a la hora de producir bienes y servicios. Como resultado, el hombre estaba condenado a vivir siempre en la pobreza. Afortunadamente, Malthus estaba bastante equivocado. Aunque la población mundial ha aumentado seis veces con respecto a la de hace un par de siglos, los niveles de vida son mucho mayores. La razón es que el aumento de las nuevas tecnologías, ideas, etc. es mucho mayor que el de la población. Las nuevas ideas acerca de las mejoras en la producción e incluso de los bienes que deben ser producidos, nos han llevado a una época de prosperidad mayor de la que Malthus (o cualquiera de sus coetáneos) pudieran haber imaginado». (…)

«Los que temen la superpoblación -prosigue Mankiw- comparten una tesis bastante sencilla: la gente utiliza los recursos y, dado que estos son escasos, la única manera de mejorar el nivel de vida, según los maltusianos, es limitar el número de personas con los que debemos compartir estos recursos. La contestación a este argumento es igual de simple: la gente crea recursos. Ésta aporta al mundo su tiempo, esfuerzo e ingenio, y mientras la gente pague por los recursos que consuma no habrá ningún problema. En una economía de mercado el sistema de precios asegura que nadie pueda utilizar un recurso sin antes haber creado uno de semejante o de superior valor. Por tanto, antes de decidir si la superpoblación es una plaga o una bendición, deberíamos preguntarnos si el hecho de que haya una persona más supone un problema, fijándonos si consume más de lo que produce o viceversa.

«Los problemas surgen cuando los recursos no tienen un precio estipulado. Por ejemplo, el calentamiento global debido al uso de combustibles fósiles. La gente que consume gasolina en sus coches no paga por el daño climatológico que hace al utilizar más gasolina. La solución no es que haya menos gente. La solución más directa sería poner un impuesto a los carburantes fósiles. Quizás el recurso sin precio más importante sea la capacidad de la sociedad para generar nuevas ideas. Cada vez que nace un bebé, hay una probabilidad de que se convierta en el próximo Newton, Darwin o Einstein. Y cuando eso ocurre, todos nos beneficiamos. El gobierno puede proteger el medio ambiente de una manera muy sencilla con impuestos eficaces sobre los hidrocarburos, pero fomentar la producción de grandes ideas es mucho más difícil. La mejor manera de tener más genios es teniendo más gente».

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