País Vasco: sin población no hay futuro

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Contrapunto

El futuro del País Vasco enciende la polémica. Para unos, el marco político está bien garantizado con el Estatuto de Autonomía; para otros, el porvenir pasa por la independencia. Unos se sienten vascos y españoles; otros sólo vascos. Unos creen que hay que dirimir la cuestión dentro de los procedimientos constitucionales del Estado español; otros, dentro del «ámbito vasco de decisión». Unos y otros parecen dar por supuesto que basta el acuerdo político para garantizar un futuro próspero. Pero mal se puede preparar el futuro, cuando no está asegurado el relevo de generaciones. Y si algo da evidentes signos de estancamiento en el País Vasco es la población.

La situación demográfica española es, en conjunto, alarmante. Pero la del País Vasco es aún peor. España tiene la tasa de fecundidad más baja del mundo, con una media de 1,15 hijos por mujer, cuando hace falta un mínimo de 2,1 para reemplazar las generaciones; pero la del País Vasco es inferior a 1. En España la diferencia entre el número de defunciones y de nacimientos es cada vez menor, y en 1998 se redujo a 4.005 personas. En el País Vasco, hubo ya más ataúdes que cunas (-1.863). Si añadimos Navarra, poco cambia, pues sólo aporta un crecimiento vegetativo de 55 habitantes.

Difícilmente puede haber un futuro pujante y dinámico con una población envejecida y en retroceso. Y eso es lo que anuncian las proyecciones para el País Vasco, si continúan las actuales tendencias demográficas. Un reciente informe (1) de Eurostat sobre el futuro demográfico de las regiones de la Unión Europea, destaca las diez regiones que reducirán más su población de aquí al 2025. Dos están en España: La Rioja, con un descenso del 14%, y el País Vasco, con una bajada del 16%.

Aunque la pérdida de población puede aliviar, al principio, el problema del paro, «las regiones en retroceso -advierte Eurostat- tendrán que afrontar una disminución de jóvenes bien cualificados», y por tanto, «les resultará más difícil mejorar su situación económica». La única salida para esas regiones será abrirse a la inmigración que quiera dirigirse hacia allí. Y no deja de tener cierta ironía que el futuro del País Vasco tenga que depender en buena parte de los que vengan de fuera. Y no ya de Castilla o Andalucía, sino de Marruecos o Santo Domingo.

En el País Vasco, donde no han faltado los dispuestos a dar y a quitar la vida por la causa, lo que se echa de menos es el deseo de transmitir la vida. Podemos debatir hasta qué punto la enseñanza debe ser en euskera o en castellano, pero el problema es que cada vez hay menos niños en las aulas. Es discutible si las pensiones debe gestionarlas el gobierno central o el gobierno vasco, pero poco importa quién las gestiona si no hay suficientes trabajadores activos para financiarlas. Se pueden tomar medidas de fomento de la cultura vasca, pero la mayor amenaza contra su futuro es la escasez de público en una población menguante.

El acuerdo político es importante para el futuro. Pero sin población no hay futuro, ni herederos a los que transmitir un patrimonio cultural. A fin de cuentas, el futuro del País Vasco se juega en la cama. Y eso no depende ni del gobierno central ni del gobierno vasco, sino de cada familia. Es el «ámbito vasco de decisión» por excelencia.

Ignacio Aréchaga_________________________(1) Eurostat, «Regional population decline in the EU: Recent trends and future perspectives».

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